Aprender: El avaro


La semana que viene, la última de Adviento, se nos invita a compartir. Este cuento nos ofrece un ejemplo de lo que no tenemos que hacer. ¿Somos capaces de aplicarlo a nuestra realidad?

Érase una vez un hombre muy rico que vendió todo lo que tenía a cambio de varios lingotes de oro. Y para que nadie le robara, enterró el oro en un bosque. Todos los días acudía al lugar para comprobar que su oro seguía allí, sin saber que un ladrón lo vigilaba escondido.
Una noche, el ladrón desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el rico descubrió el robo, dio tal grito que un vecino se acercó a ver qué pasaba. El hombre rico lloraba, desesperado. Entonces el vecino tomó unas piedras, las enterró en el mismo lugar y dijo:
—Aquí tienes tu tesoro. Sabes que nunca habrías gastado tus lingotes. ¿Qué más te da, entonces, que sean piedras? Así por lo menos dejarás de sufrir.

Moraleja: Esta historia nos enseña que la riqueza, si no se comparte, no vale nada y solo trae pobreza.



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