Explicar: La ciudad de los invisibles



Una vez había una ciudad muy, muy especial en la que muchos de los habitantes eran invisibles. Por eso le llamaban la Ciudad de los Invisibles. Lo curioso es que sólo tenían una forma de hacerse visibles: conseguir que alguien les diera las gracias sinceramente por algo que hubieran hecho.
En la ciudad vivía Lucas. Él era uno de los muchos niños invisibles de esa ciudad. Lucas era muy amable y siempre quería ayudar a los demás, pero era difícil porque nadie podía verle.
Un día, Lucas decidió que haría todo lo que pudiera para dejar de ser invisible. Así que empezó a ayudar a toda la gente que podía. Recogió toda la basura del patio de la escuela, ayudó a una señora mayor a cruzar la calle, compartió su merienda con un compañero de clase…
Pronto la gente empezó a notar sus buenas acciones. Uno a uno, empezaron a agradecer lo que hacía.
–Qué chico más considerado el que ha recogido los papeles –dijo un profesor.
– Gracias a quien me ha ayudado a cruzar la calle –dijo la vieja.
–Qué buen amigo es el que me ha compartido su merienda –dijo su compañero.
Y con cada agradecimiento, Lucas iba brillando, cada vez un poco más. Hasta que, por último, ya no era invisible. Brillaba con una luz suave que todo el mundo podía ver.
A medida que Lucas hacía buenas acciones, las personas que lo elogiaban también dejaban de ser invisibles. Las palabras hermosas se extendieron por toda la ciudad que brillaba con una luz de gratitud y bondad.
Así, la Ciudad de los Invisibles se convirtió en un sitio lleno de luz y amor. Y Lucas aprendió que la mejor manera de vivir es haciendo el bien sin esperar nada a cambio.

Jesús, ayúdame a ser alegría y luz para las personas que vamos encontrando en el caminar de la vida.

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