Orar: Por fin, la lluvia


Después de un largo verano sin caer agua del cielo, estos días nos han llegado algunas gotas que han servido para remojar las calles.

Cuando yo era pequeña, había una gran tradición: los cristianos oraban a Dios por la lluvia de la misma manera que pedían por la paz, por los enfermos y otras cosas...

¡Es que la lluvia es un don! Nos es dada; no depende de nosotros. Los regalos no se exigen, ni se merecen; se reciben y se agradecen. Y con la lluvia o —mejor dicho— gracias a la lluvia, la tierra nos da sus frutos y lo agradecemos.

Por tanto, Señor, hoy te pedimos por todos los lugares que viven en situación de sequía y falta de agua: que baje del cielo el don de la lluvia, como una señal de Dios. Oremos.

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